La vida que llevamos hoy en día nos enfrenta a constantes retos y dificultades que ponen a prueba aquellas promesas de: \»amor eterno, contigo a pan y cebolla\».
Según datos recogidos por diferentes entidades: Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Instituto de Política Familiar (IPF), Instituto Nacional de Estadística (INE): \»En el segundo trimestre del 2008 se produjeron 37.102 rupturas matrimoniales – un 12,5 por ciento más que en el mismo período de 2007… Cada 3,7 minutos se registra un divorcio en nuestro país, por cada cuatro matrimonios que se materializan se rompen otros tres\».
¿Qué estamos haciendo mal? ¿En qué fallamos?
El amor no impide las crisis, pero es un elemento importante para salvaguardar una relación. Si sólo contamos con el amor tampoco es suficiente, una relación no se sostiene.
¿Qué necesitamos?
Son tres los pilares fundamentales para que una relación funcione, o se recupere tras sufrir alguna crisis importante: AMOR, PROYECTO COMÚN, SEXO.
¿Puede una pareja funcionar solo con uno de estos pilares? NO. Necesitamos contar con, al menos, dos de ellos independientemente de cual sea. La combinación es variada.
Por otra parte, la forma en que cada integrante de la pareja afronta las crisis, dificultades o problemas responde, esencialmente, a sus habilidades y recursos internos: madurez emocional, asertividad, habilidad de comunicación (mensajes yo comentado en el anterior post), habilidad de gestión del conflicto, percepción optimista de la relación, valoración y respecto de la pareja y/o de sí mismo/a. Si esto último se pierde ¿a dónde vamos? En terapia vemos a muchas personas que se han perdido, en primer lugar, el respeto a sí mismas, el amor a sí mismas.
Otro aspecto que nos pone las cosas más difíciles es la falta de observación o introspección. Cuando “nos damos cuenta”, a veces, es demasiado tarde o los problemas demasiado gordos y pesados. No es extraño que se produzcan autoengaños, más o menos conscientes, y por tanto, que nos contemos las cosas desde una percepción sesgada. ¿Para que? Quizás para evitar las preocupaciones, para evitar ocuparnos de algo que nos provoca angustia, dolor. Por ello solemos decimos que “no pasa nada y a tirar pa’ delante”.
Si nos esformzamos en revisar nuestras vidas, nuestras relaciones, a cuidar, mimar y reformar, con seguridad, los acontecimientos se desarrollaran de forma más sencilla. La rutina es una mala hierba, y debemos trabajar de forma consciente, firme y periódica, para que no nos invada y nos quite visibilidad.
Para empezar, aceptemos que nuestra vida es enteramente responsabilidad nuestra. No miremos para la acera o vereda de enfrente. No esperemos que el otro u otra nos haga feliz. Nuestra felicidad depende, sobre todo, de nosotros/as mismos/a.