¿A que llamamos Máscaras?
A nuestras máscaras cotidianas, a las que usamos todos los días o algunos días, en unos u otros contextos de nuestra vida.
Nuestras máscaras cotidianas son aquellas que maquillan, disfrazan -o incluso- ocultan nuestro verdadero rostro interior, y están en estrecha relación e interdependencia con otras máscaras, las que llevamos como huella histórica como seres humanos. Por tanto, en nuestra cotidianidad vamos construyendo nuestras máscaras desde dos vertientes de información: – nuestra propia historia personal, – y la historia social (socio-histórico-cultural). Explorar esta dimensión conlleva tocar a fondo tanto lo singular como lo universal, en su interrelación e interdependencia.
Las máscaras construidas por la historia social, está dada por lo familiar, se trata de lo que cada familia ha trasmitido de generaciones en generaciones conforme a su propio contexto de desarrollo y evolución.
Las máscaras construidas desde nuestra propia historia personal, son aquellas que vamos colocándonos como resultado de nuestras vivencias positivas y negativas, desde nuestras primeras interacciones en el mundo. Es aquí dónde ponemos el foco de atención para desenmascarar y poder así desarrollarnos como personas desde la autenticidad y congruencia con nosotros/as mismos/as.
Cuando somos pequeños/as aprendemos que si nos comportamos de una determinada manera \»si hacemos esto y no aquello\» podemos conseguir un resultado que deseado y como queremos ese resultado “atención, cariño, reconocimiento, aceptación, palabras de afirmación” lo seguimos haciendo porque nos sirve, nos es útil a nuestro fin. Pasa el tiempo, vamos creciendo y nuestra máscara o personaje sigue caminando junto a nosotros/as hasta fundirse en nosotros/as; vamos perdiendo claridad entre lo que es verdaderamente autentico y lo aprendido como una estrategia de supervivencia que me sirvió en un momento vital determinado, con una persona determinada y en un contexto determinado. Esa estrategia que fue “útil y productiva en un momento de nuestra infancia” la generalizamos a otros ámbitos de relación; limitándonos y perdiendo flexibilidad para la adaptación a nuevas y cambiantes circunstancias.
Ahora como adulto o adulta sigo llevando mis mascaras, diferentes personajes, quizás por temor, inseguridad, miedo, dolor a que si me la quito, me hagan daño, me muestre vulnerable o no consiga aquello de antaño: “atención, cariño, reconocimiento, aceptación”, etc.
Lo más curioso de esto es que olvidamos quienes somos en realidad, y empezamos a creer que somos tal y como nos muestra esa máscara o ese personaje, sin embargo algo interiormente nos rechina, no es congruente.
Este trabajo apasionante de contactar con nuestros personajes internos, nos devuelve a quienes en verdad escondemos dentro. Si conseguimos desempolvar a quién hemos enviado a lo profundo de nuestro interior, podremos empezar a brillar con esa luz que sólo se enciende cuando nos encontramos a nosotros/as mismos/as, cuando reconocemos quienes somos, con nuestras fortalezas y debilidades. Recién en este punto podremos trabajar para desarrollarnos plenamente, para SER auténticos/as.
Carl Roger lo expresa con esta claridad
“He descubierto que cuanto más autentico puedo ser en la relación, más útil me resulta esta última… Esto significa que tengo que tener presente mis propios sentimientos y no ofrecer una fachada externa (máscara). Ser auténtico implica la voluntad de Ser y Expresar, a través de mis palabras y mi conducta, los diversos sentimientos y actitudes que existen en mí… Sólo mostrándome tal y como soy puedo lograr que la otra persona busque con éxito su propia autenticidad. CARL ROGER “El proceso de convertirse en persona”.
Me resulta apasionante ¿Y a ti?
En nuestro anterior taller de Noviembre (2011) “¿En-caras o En-mascaras? El juego de tus máscaras”, nos aproximamos con pinceladas (fueron sólo 4 horas) a este fascinante mundo interno-externo que conformamos y construimos a medida que avanzamos por la vida.
En aquel trabajo convivieron 8 personas + 8 personajes, los que aquel día quisieron aparecer….
La máscara de La contradicción.
La máscara de La alegría. Ojos y boca.
La máscara de La frialdad.
La máscara de ¿Quién soy? ¿Qué proyecto? ¿Muestro como soy?
La máscara de La educada. La importancia de la Imagen Personal.
La máscara de La risueña. La que sonríe.
La máscara del Ave, pantera, cerdo (¿?)
La máscara de La protección. ¿Me protejo?
A todas Ellas y Ellos: GRACIAS!
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Me resulta casi imposible describir con palabras la interacción suscitada por estos personajes, sus descubrimientos y riquezas. El lenguaje escrito no alcanza para contar lo que se vive en un espacio de acción psicodramática…
Si te queda curiosidad. Puedes conocer el psicodrama en nuestros talleres gratuitos que comenzarán a partir del 2012
Bibliografía: \»Las máscaras de las máscaras. Experiencia expresiva corporal terapéutica\». Mario J. Buchbinder, Elina Matoso. Eudeba. Buenos Aires