Cuando nacemos o incluso antes de nacer nos dan un nombre, uno que no elegimos sino que ha sido “escogido para” cada uno/a de nosotros/as. En general suele ser asignado por la madre y/o el padre, en otros casos, por algún otro miembro de la familia.
A muchas personas les gusta el nombre que llevan y a otras tantas, no. A veces deseamos o hemos deseado poder cambiarlo y renombrarnos a nuestro gusto, de ahí que surjan y permitamos sobrenombres.
Alguna vez te has preguntado:
¿Por qué este nombre? ¿Que hay detrás de él? ¿Cuál ha sido su historia? ¿Quién o quienes participaron de su elección?
Es muy interesante descubrir el universo que existe detrás del nombre propio que cada persona tiene. Si investigamos un poco podemos descubrir las expectativas depositadas en ese niño o niña que acaba de nacer, tan sólo con el nombre que han pensado, elegido y decidido exclusivamente para él o ella.
¿A quién pertenece ese nombre? ¿A un abuelo/a, a un familiar lejano que aún vive, o ya no? ¿Cuán importante fue este personaje en la familia? ¿Cómo fue esa persona, cómo fue su vida, sus éxitos? ¿Y cómo se espera que sea quien recibe su nombre?
Ya con la “puesta del nombre” se trasmiten valores, deseos, expectativas de que sea tal o cual persona, de que siga un ejemplo de vida concreto. Por otra parte, puede que hayamos recibido un nombre desconocido para la familia, pero entonces, ¿de dónde ha salido? ¿De un personaje famoso de la historia o del cine? Si es así, observemos las características de este personaje, de este portador/a del nombre, y podremos “saber” un poco más de lo que han depositado sobre nuestros hombros, sea esto positivo o no, bueno o no, deseado o no.